"Un hombre feliz no puede ser escritor porque no tiene tiempo".
Paul Theroux

domingo, 29 de agosto de 2010

De La Lluvia Y Del Olvido

El agua caía sobre mí
cristalina
queriendome herir
como una cascada voluminosa
incesante.

Las gotas caían
indetenibles
sobre el suelo de agua
resonante.

Y el agua caía sobre mí
sobre mi pecho
sobre mis hombros
sobre mi rostro y mi pelo.
Fluía por mi cuerpo
como fluye un río
lavando sus rocas macizas
volviéndolas vírgenes de nuevo
solo que esta
no me lavaba a mí
mi alma seguía sucia
y enferma.

En el agua veía mi reflejo
era mi pasado
llamándome.

A lo lejos vi tu silueta
caminando entre la lluvia.
Olí tu olor a jazmín
dentro de aquella cortina de agua
en la que me sumergía.

No recuerdo si fue el agua
el frío
o tu lejana sombra
la que me dijo
que te había olvidado.

Homicida

sábado, 21 de agosto de 2010

Y Los Años Pasaron Lentos

Y los años pasaron
lentos
como en el claustro
como la arena que cae pesada
dentro del reloj

Dejé de arrastrarme
a tus pies
para poder dormir

Dejé de rogar
y me olvide de las suplicas
para poder vivir
tranquilo,
sin gritar

Cuando ya las lunas
se iban acabando
volví a levantar la mirada
como antes.

Recuerdo como mis cielos
se tornaban grises
y la mecedora
estaba inmóvil

Ahora vuelvo a caminar
buscando nuevos cielos
y helechos.
Ahora camino sin rumbo
fingiendo una sonrisa

Clavo mis pies en la arena
a cada paso
y ahora son las olas
las que se arrastran
a mis pies

Sueño de nuevo
esta vez
no hay más
lágrimas

Homicida

Moscu

Ella solo sabía de paredes.
Se arropaba con el reflejo
De la lluvia sobre el cielo.

Solía tenderse sobre una acera
Repleta de epitafios…
Como un calendario sin credo,
Traficante de sueños.

La luna pálida y perfilada,
Una uña de marfil
Arañaba el cielo desteñido
Escupiendo el agua que lava tus penas.

Ese perro camina entre sus pies
Buscando sombras de los huesos.

Su cabellera azul crece, sube
Por las ventanas. Pestañas Grises,
Ojos violetas y un beso
Frio en Moscú.

Hubiese dado las últimas monedas
Para adornar el Sol
Y no tener que trepar en sus botas
De neón amarillo, ni dejar de acariciar
Las paredes. Laberinto. Paredes.

Tomó una nube con su boca
Y dejó que la luz
Matara demonios y chulos
Que vivían en su pecho.

Las paredes rindieron homenaje…
Solo sabían de putas.


Suicida

lunes, 16 de agosto de 2010

Y Me Di Cuenta Que El Cielo Estrellado No Giraba


Ya el cielo ni siquiera giraba. El firmamento estaba totalmente negro, de extremo a extremo como si lo tuviera. Las estrellas se habían quedado inmóviles hacía un rato. Al principio solo mirar las estrellas en ese techo que relucía su oscuridad perpetua y perenne era como ver al planeta entero en su pleno movimiento; ahora ya a estas alturas de la noche, todo era inmóvil y muerto. Todo. Menos mi corazón. Mi palpitar hacía que las estrellas palpitaran al mismo tiempo, con la misma melodía e intensidad, y que no perdieran ese color vivo, ese color brillante, plateado. No las dejaba morir del todo. Pero mis ojos no se mantenían mirando las estrellas, se quedaban inertes, mirándote, mirando tus ojos brillando más que el cielo, tus labios cósmicos, mirando tu mirada, mirando tu amor… y amándote. En cambio tú, te quedabas ahí bocarriba, sobre el césped húmedo. Mirando extasiada el cielo sin lunas, contando estrellas tal vez. Mo me mirabas a mí y eso no me hacía falta. Con solo mirarte me era suficiente. Me hablabas de la astronomía y las estrellas, de la osa mayor y menos, de la constelación de Orión y de su estrella Bellatrix, del planeta Plutón y Saturno, del Sol, de la Luna, en fin, de los que te gustabas. Y mis ojos en ti se perdían como las estrellas en la noche. Como los tuyos se perdían en la oscuridad de la noche. Todo era oscuridad total, menos tú que eras para mí como las estrellas que tu admirabas, así de brillante. Tú eras lo que me hacía vivir. Al final de la noche, todo quedaba como en cenizas, cuando ya las estrellas se disipaban, o se esfumaban o se perdían en el cielo, viajaban a otro cielo, o lo que fuere, tal vez tú sabías la razón pero yo no tenía para más que para verte. Ahí fue cuando mirándote me di cuenta que el cielo no giraba y que las estrellas no se movían, sino que se quedaban quietas en el negro del cielo, como tus ojos mirando el cielo, como mis labios deseándote. Me di cuenta que tal cual las estrellas estaban infinitamente alejadas de tus manos, tu corazón estaba alejado de igual modo de las mías, me di cuenta que no me amabas, y que mi amor por ti era como el tuyo por las estrellas.
Homicida