a admirar mi hermosa ciudad,
a admirar aquellos edificios enormes,
a admirar las calles
- a veces vacías y silenciosas
a veces repletas y resonantes -
sus semáforos,
sus faroles amarillos y relucientes,
a admirar las antenas gigantes
con luces parpadeantes,
a admirar el cableado masivo,
a admirar el sonido de los autos,
distantes y fuertes,
a escuchar el choque de autos,
el roce de ruedas,
el grito de buses y camiones.
Escuchaba el ajetreo,
la aglomeración,
el apuro,
la nostalgia,
el tumulto,
la multitud.
Sentía el tráfico,
y el desespero.
Luego me pregunté
mirando más allá
de los simples edificios.
Y dónde están nuestros árboles vivos?
nuestros ríos descontrolados
nuestras olas salvajes
nuestras estrellas cósmicas
nuestra brisa delicada
nuestra lluvia descabellada.
Dónde esta nuestro cielo despejado?
Dónde nuestra luna perdida?
Entonces, mirando mi ciudad,
le dije mientras me miraba:
eres solo concreto,
ella se entristeció
y su mirada se volvió
cemento.
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